viernes, 24 de febrero de 2023

Los Extraños del Barrio...

La calle era como la de cualquier pueblo, con sus casas de adobe enlucidas al barro, algunas con yeso, muy pocas eran de ladrillo, su longitud era cortada por otras dos en cruz vertical, la direccion en un sentido se proyectaba hacia el mar y por el sentido contrario se encaminaba hacia las haciendas, con sus campos de cultivo, sus vacas y sus caballos, transitar por ella era calzarse el polvo cuando las pisadas hacían contacto con el suelo de  noble tierra, se contaba con un vecindario de todas las razas, de economías baratas y con tendencia a la baja, hogares con muchos hijos que era lo más normal en esos tiempos, muchos niños se integraban en grupos acorde con sus edades, jugando a los juegos de aquella época, sencillos y naturales, los juguetes se elaboraban a mano imitando a los de fábrica, la mayoría eran de madera, ambién se retorcían alambres, se usaban cañas, pabilo, retazos de tela, todos sabían correr tras un balón, disputar encuentros interesantes, tratando de imitar a los que en equipos de primera se describían por las radios, aparecían en los diarios, revistas o las habilidades que hacían los mayores y que se veían en las tantas canchas allá por los descampados, todo era no solo jugar también había que ir al colegio, hacer los deberes y ayudar en algunas tareas del hogar.

Cerca de una de las esquinas había una casa diferente a las demás, pues todas daban puerta a la calle, tambíén existían un par de callejones que albergaban otros tantas familias, bueno  esta vivienda tenía una pequeña cerca con un par de muros pequeños que cedían paso a lo que podría entenderse como un breve jardín que nunca fue sembrado, las paredes exteriores se veían muy reluciente pues su dueño o inquilino, las mantenía siempre impecables,  pintandola con la fuerza característica que le daba el famoso carburo en su blanca expresión, esta cualidad tambíén la hacía distinta a las demás, pasando poco más de un metro estaba la puerta principal y a sus costados dos ventanas  de madera, que tal como la puerta, mostraban un color marrón oscuro que brillaba más en el Verano que en otras estaciones, a este supuesto buen caballero, los fines de semana se le veía limpiando y retocando su frente para que luciera muy bien.

Este señor salía todos los días a cumplir con su deberes de conductor de un camión, no saludaba pero si respondía el saludo con una simple sonrisa bonachona, el hogar lo conformaban él, la esposa y una hija, que no se les observaba salír hacia afuera, solo se aparecían, nunca las dos juntas a la vez, tampoco cada una por la misma ventana, por expresarlo más claro la madre se aparecía mirando al frente de la vivienda por la de la izquierda y la hija por la de la derecha, pero estás vistas no eran seguidas, eran  espaciadas y por poco tiempo, luego  dejaron de aparecerce, algo no extraño porque sus presencias no eran continuas, curiosamente comenzaron a correrl rumores de que la señora mayor había fallecido, pero nadie vió  nada, ni se supo cuales fueron los motivos de su deceso, ni donde la velaron, la vecindad lo asumió casi normal, tampoco se indago algo más al respecto por la poca comunicación que se practicaba con éllos, la sospecha tomó peso porque al padre de pronto se le vió aparecer con vestimenta negra, simbolo costumbrista de señal de duelo.

De pronto en una oportunidad hizo su presencia la hija por su ventana,  mostrando una blusa o vestido del color del duelo y la rutina continuó, con las interrogantes por la extrañeza de su manera de ser, de a pesar que se lo notaba cierta edad no estaba casada, menos que se apareciera pretendiente por allí, como era buena costumbre por esa época la gente se saludaban unos a otros, los menores cuando pasaban cerca le daban sus buenos días o buenas tardes, nunca se aparecía de noche, élla contestba al menos a los pequeños con una sencilla sonrisa, así fue durante cierto periodo, de pronto sucedió que dejó de proyectarse su figura en la ventana, los vecinos comentaban, se habrá enfermado, se habrá marchado, llegó el principe encantado y se la llevó en su bello corcel, finalmente la oscura sospecha de que tal vez había muerto y  como con su madre no se observó nada raro o que saliera, fuera a una visita médica o tomara un viaje a cualquier parte con o sin equipaje.

Lo cierto fue  que el padre nuevamente se le vió  vestido de luto, salia a cumplir con sus labores de camionero, mantenía su casa blanca como el color de los cementerios, nadie aparecía por las ventanas a ninguna hora del día, pero a la gente se le quedó la costumbre de mirar hacia el frente de la casa como una rutina automática, los paseantes no consideraban si habían transcurrido semanas meses o años, pero giraban el cuello cuando frente a las puertas se desplazaban, llegó la época que a este sinónimo de extraño varón se le dejó de ver, como dice el dicho popular se hizo humo, nadie vió sacar absolutamente nada de la casa, muebles, ni bultos, tampoco maletas.

Se hicieron más comentarios pero que no conducían a nada. se dedujeron muchas cosas, se empezaron a inventar historias, luego algunos contaban que de noche por las juntas de las ventanas se veían luces como de lamparín, se decía que se aparecían sus imagenes en el encuadre de los marcos, todo esto conllevó a que se tuviera cierto temor y respeto al pasar cerca de aquel frente blanco que daba a la calle, muchos disimuladamente se persignaban o invocaban al santo de su devoción para que les de el debido descanso eterno a sus pobres almas benditas. La oscuridad siempre ha inspirado narrativas de aparición de muertos, fantasmas, brujas, viudas, demonios, jinetes sin cabeza, etc. etc., 

Esta construcción se hizo famosa y nadie se atrevió a ocuparla, quien lo intentaba, de lo primero que se enteraba era de tragedias, muertes, supuestos crimenes, zombies; que el abandono se debía a que dentro de élla no solo se detectaban ruidos, luces, pasos, imagenes, entierros o cadaveres dispersos por sus habitaciones, así permaneció abandonada hasta que se hicieron presente unas máquinas para derribarla porque los nuevos propietarios iniciarían la construcción de una nueva vivienda, pasado el tiempo, parece que el mortero tiene la función también de que los muertos se queden bien muertos y no diambulen por ningún lado o también pueda ser que cuando se destruye la casa, sus fantasmas se mudan a otras casonas antiguas y se siga escribiendo sobre éllos.